sábado, 28 de febrero de 2009

lost and found

El olor de las yerbas arrancadas puestas todas juntas con los restos sesgados de las enredaderas de la casa me han trasportado súbitamente al rancho. Viajé desde el inicio interno de la peninsula Ibérica hasta el desierto rocoso norestense en las afueras de Monterrey. Viajé en el tiempo hacia 1990, tendría siete, y ya nos tocaba darle una arregladita al rancho, pedazo de planeta que se había reducido debido a tratos economicos, según los padres de mis primos y mi abuelo, quien la habia adquirido en sus tiempos, por lo menos cinco veces mas grande. Ahora nos tocaba irlo a arreglar. A visitar mas bien. que ya gran cosa no se hacía, Sólo convertir la tarde en prosa de Juan Rulfo. El calor que se sentía jamás lo he sentido en esta parte de la Cataluña. Dicen que le verano viene fuerte pero yo no hablo de temperatura, hablo de la particularidad. Alguien me contó sobre la taza de café de Marcelo Proust, primero Enrique con los mil cuentos y ayer una chica danesa interesada en Andersen. No les conté mi experiencia con la yerba arrancada, pero la contuve un ratito y me la he puesto el resto del fin de semana. También toco seguir con la arregladita al Polvorí la madera inservible ya, fue quemada en la lumbre que hicimos en el tambo grande, el otro se uso para una carne asada. En Monterrey se come carne asada cada fin de semana, aquí no tanto, pero les pareció buena idea hacerla con el sol y en medio del trabajo, han traído pollo, y la botifarra, los chorizos algunas carnes. no tan buenas como en la sultana, pero si gran sabor de los chorizos y las verduras. Nelson y Gabriel son colombianos y asaron también plátanos. receta que en la boca me dejó sembrado un recuerdo que me hará viajar luego cuando ya no esté en estas tierras.
Diego me dijo que el próximo proyecto quería mi ayuda, hablaremos, dijimos, de Lost & Found, en inglés se llama el tema porque es oficial petición. pero el lenguaje será no inglés y no español y no catalán. Me preguntó que si me había perdido y encontrado alguna cosa, poniéndome el ejemplo de la navaja de su abuelo quien la había conservado con historias en ella, le fue robada en París apenas algunos días de haber llegado a las europas. Le conté de la yerba, del rancho y de mi abuelo.



barcelona, barcelona último de febrero 2009.

domingo, 22 de febrero de 2009

y yo con ella.

En la biblioteca nacional de España en Madrid, guardan un libro llamado Islario General De Las Islas Del Mundo, no se puede tocar, pero hay dispositivos electrónicos que lo reproducen y mediante los cuales se puede explorar y leer un poco. En aquellos siglos de lecturas caballerescas, con aventuras, valientes y dragones, se fantaseaba de manera real y con basta usanza de la razón para creer en las quimeras de las tierras semi exploradas y aquellas sin explorar. La cartografía antes del satélite, es bellísima, expone la imaginación desnuda y artística del estudioso. Tal vez sea algo comparable con las teorías que intentan explicar las regiones y fenómenos avistados por telescopios satelitales a distancias y tiempos que no podemos aún tocar.
Habitamos en islas, que se encuentran esparcidas en el planeta y éste a su vez vaga armoniosamente con otros cuerpos en lo que parece una deriva, formando un conjunto que junto con otras galaxias, cuya distancia no se puede decir, también vagamos. Hoy, desde la ventana vi como el sol salía, calentaba y ahora se ha ido. El Domingo, debido a las circunstancias me obligó un poco a ser estático, todos los planes de movimiento y acciones diarias que la vida me desvela, se aplazaron un día, sin embargo el tiempo corrió deprisa luego de ver el filme coreano que regresaré mañana a la segunda biblioteca de Gracia. Los sucesos que al rededor podrían sucitarse me son preparativos, la semana promete ser movida y tengo la energía para afrontarlo.
Soy yo quien me mueve magnéticamente con mi rededor. También soy llevado, arrastrado en el baile armonioso de las energías con las que juego y combato todos los días. Si hablo, si me muevo, si opino, existirá una reacción, o sea que el planeta sostenido por el magnetismo del sol, que en la galaxia gira por la energía de una fuerza de reacciones físicas en lo profundo y abierto del espacio, tendría que ser lo mismo que me mantuvo pululando desde la habitación hasta el jardín.

Esta isla gira.

y yo con ella.

¿Será que somos interminables, sólo porque no estamos al comienzo ni al final?



Valcarca, barcelona, febrero dosmilnueve