miércoles, 15 de octubre de 2008

21 de Marzo 1991

Berenice

Esta es la última carta que te escribo.
Anoche, luego del sueño lo decidí, ya no tengo miedo del agua, asi que con gusto aceptaré el trabajo en el barco, mantenimiento especial de la carga y menesteres de limpieza, es lo que me “han podido ofrecer” los Aguilar luego del accidente, puesto que sabes que ya no puedo ni asomar las narices donde los Gil, Don Chano me amenazó ayer con su guarura preferido, ¿alguna vez notaste que el Goyo se comporta como una verdadera bestia? Todos en la salina saben de los trabajos sucios que ha hecho por el placer megalómano mafioso de Don Chano, además claro, de la feria que le saca. Le veo las ganas en los ojos Berenice, le veo las ganas de abrazarme como oso. Siempre le caí mal, porque siempre le caiste bien tú, ahora que no estás y que Don Chano me trae entre ojos, el Goyo bestia piensa que es su oportunidad de desfundar su envidia y celosía acumulada sobre mi salud física.
Pero ya sabes que no me importa.
Ni el viejo Chano ni la laguna.
Me importas tú.
Siete meses enteros de treinta y treintaiún días sin tierra firme para mí, si no hasta el cuarto destino del traspacífico Clarita, el puerto de una costa de China, cuyo nombre no me aprendí. Se supone que tengo que regesar con la tripulación, pero siete meses sobre las olas son más que suficientes, es obvio que escaparé dentro del país.
Tú sabes que sabré cuidarme, mis conocimientos en la cocina y sentido de orientación bastarán para salvaguardar mi aventura hasta Hong Kong.
Los marineros dicen que el Pacífico no es tan pacífico como su nombre, ¿que crees que querrán decir?


arrivederci Berenice.
Guerrero Negro, Baja California Sur, México. veintiuno cero tres noventaiuno

No hay comentarios: