viernes, 17 de octubre de 2008

Mario

Todo lo que recordó luego de reconocer aquel olor que se rompía en olores, lo hizo olvidar su camino hacia los puestos de reclutación. Y se detuvo ahí, cerca de ella, frente al puerto, frente al mar. Sólo por un momento dejó de verla, por un segundo se confirmó a sí mismo el origen claro de la esencia que le perfumaba la imaginación. Cuando terminó su segundo, que duró dos segundos, volteó, los pies de ella ya no colgaban del muelle. Abrió bien los ojos y respiró profundamente, el agua estará fría -pensó sin dejar de mirar el camino acuático que ella dejaba al nadar- alejándose del puerto, alejándose de la ciudadela -dirección oeste- volvió a pensar.

Desde su ventana con café caliente, Mario observó dos figuras alejándose por el mar, una detrás de la otra, del puerto mediterráneo donde tenía su casa, con su ventana y su café.
Mario, comenzó a escribir la historia de Chang.

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